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Una historia escrita en piedras
Reconstruir la historia de la vida sobre la Tierra es como armar un rompecabezas, pero sin la mitad de las piezas. Una forma de llenar los espacios vacíos es estudiar los fósiles, que son los restos, las marcas o las huellas impresos o convertidos en piedras, que dejaron seres que vivieron hace millones de años.
La paleontología reconstruye el pasado de la vida en nuestro planeta.
¡Conócelos!
Este animal del tamaño de un ciervo es un ancestro del caballo. Vivió hace 30 millones de años.
El esqueleto proporciona un punto de comparación entre el caballo moderno y el antiguo. Podemos observar diferencias y similitudes entre dientes, cráneos y huesos; una diferencia importante entre ellos está en las patas: mientras que el ancestro tenía tres dedos, el caballo moderno posee sólo un dedo que se encuentra protegido dentro de una estructura fuerte llamada casco. Las partes duras del cuerpo de animales son los fósiles que más se encuentran.
Artrópodos, parientes de cangrejos, insectos y arañas, rondaban en el fondo del océano. Desaparecieron hace 245 millones de años.
Los trilobites tenían un caparazón externo que daba soporte y protección a las partes blandas del cuerpo, en un fósil, es la parte mejor conservada, ya que estaba hecha con una sustancia dura llamada quitina.
Estos escorpiones marinos eran artrópodos, parientes de las arañas. Se extinguieron hace 245 millones de años.
Tenían también un caparazón de quitina y a medida que crecían lo remplazaban por uno más grande. La mayoría de los fósiles encontrados de este animal son mudas de caparazón.
Viven en zonas muy húmedas. En la parte de atrás de las hojas encontrarás una serie de diminutas esporas por las cuales se reproducen. Este helecho vivió hace 323 millones de años.
Hace millones de años, las hojas de un helecho se desprendieron, y cayeron sobre la turba, un suelo pantanoso compuesto de hierbas, hojas y plantas podridas. Las hojas se pudrieron, pero dejaron su forma en la turba. Cuando ésta se endureció, se convirtió en una roca llamada carbón.
Eran moluscos que habitaban en los océanos hace 400 millones de años.
El molde interno se crea cuando la concha se llena de arena o arcilla. Este molde muestra la forma del organismo tal como era por dentro, es un duplicado de la superficie interna de la concha.
Las amonitas eran moluscos, son parientes lejanos de los calamares y los pulpos de hoy.
Los moldes son impresiones o rellenos que quedan tras la destrucción de las partes blandas del organismo antiguo. El molde externo refleja la forma, los relieves y los detalles de la superficie de la concha que quedaron impresos en la arena.
Árbol de 230 millones de años.
Las partes duras de las plantas como los troncos también se convierten en fósiles, esto ocurre cuando los minerales del agua entran en la madera y eventualmente se convierte en roca. La presencia de hierro y otros minerales producen esas bonitas coloraciones.
Antiguo pariente de elefante, estaba adaptado para vivir en un clima muy frío, por lo que estaba cubierto de pelo largo.
Este mamut quedó petrificado en el hielo hace miles de años. Se han encontrado algunos mamuts congelados tan bien conservados, que su última comida seguía sin digerir.
Eran reptiles terrestres: animales con espina dorsal, cuatro patas y piel cubierta de escamas. Desaparecieron hace 65 millones de años.
Fíjate que hay hileras de huellas en la roca, éstas nos muestran la variedad de dinosaurios que vivían ahí. Al medir la distancia entre las huellas, se puede calcular la velocidad, tamaño, peso y altura del animal que las dejó. Nos dan información también sobre la conducta: si hay muchas huellas de igual forma, pero de diferentes tamaños, es probable que los animales viajaran en grupos de adultos y jóvenes.
Hubo varias hipótesis sobre qué tipo de organismo había dejado estas huellas, ahora se sabe que era un molusco gigante que vivió hace 500 millones de años, muy similar a una babosa.
Este fósil muestra los rastros que dejó el organismo al arrastrarse en la arena. Nos dan información acerca de su forma de desplazarse y del medio ambiente en el que vivía.
Son heces fosilizadas, pero es difícil relacionar con el animal que las produjo.
Los coprolitos permiten reconstruir la dieta del organismo y hasta saber cómo comían. Fíjate que en las heces hay un hueso completo que se identificó como el dedo de la pata de un pequeño ciervo.
La mayoría de los organismos no se convierten en fósiles al morir, ya que los cadáveres son comidos por animales carroñeros o son desintegrados por bacterias; otros se secan, se arrugan por el sol y el viento se los lleva. Se necesita mucha suerte y ciertas condiciones para que un organismo se convierta en un fósil. Pasa algo así:
Imagina que hace 400 millones de años una amonita murió y se hundió en el fondo del mar.
Lentamente, las partes blandas se pudrieron, quedando solamente su concha.
La concha es rápidamente enterrada por arena o lodo que recibe el nombre de sedimento, quedando protegida de elementos que la puedan destruir. Conforme transcurren los años se acumulan más capas de sedimento sobre la concha.
El peso de las capas de sedimento, va transformando la arena lodosa en piedra. La concha, que está atrapada, es penetrada poco a poco por los minerales de las aguas subterráneas, y también se convierte en piedra, este proceso tarda alrededor de miles de años.
Como la corteza de la Tierra se encuentra en constante movimiento y cambio, las placas terrestres se van plegando, con un empuje desde abajo de la corteza se puede elevar un fondo marino convirtiéndose en montaña.
La lluvia y el viento van desgastando la montaña, poco a poco la amonita queda expuesta en la superficie y puede ser estudiada por un paleontólogo.
La forma más común para que un ser vivo se convierta en fósil es cuando varios sedimentos se acumulan sobre él al morir, pero no es la única manera. Un organismo se puede fosilizar también cuando queda atrapado en una sustancia que lo protege e impide su descomposición.
Por ejemplo, si un insecto es apresado en la savia de un árbol, la resina se endurece y se convierte en ámbar. Dentro de ella se conserva el insecto casi intacto. Otra forma es cuando un organismo queda atrapado en un pozo de brea, que es una especie de chapopote natural. También el hielo conserva a un espécimen, si éste se congela rápidamente después de morir.
¡Muy bien hecho! Oye, ¿no te interesaría estudiar paleontología? Aquí hay un resumen de lo visto en la actividad:
En la paleontología la observación y la inferencia son habilidades necesarias para reconstruir el pasado. Al observar recolectamos información a través de nuestros sentidos, y entre más precisa y detallada sea, será más útil. Las inferencias son explicaciones e interpretaciones que se derivan de lo observado.
Los paleontólogos utilizan estas habilidades científicas para formarse una idea o hipótesis de cómo era el pasado. Así pueden inferir características de los fósiles y del medio ambiente en que vivían.
Los fósiles proporcionan un punto de comparación entre plantas y animales que vivieron hace mucho tiempo y los que existen hoy en día. Los paleontólogos analizan las similitudes y diferencias entre los fósiles y los organismos vivos. Además, al observar plantas y animales que son similares a los fósiles, los paleontólogos pueden hacer inferencias sobre el pasado.
En México tenemos una gran riqueza de fósiles. A través de ellos podemos conocer cómo ha cambiado el medio ambiente a lo largo del tiempo. Aquí verás algunos ejemplos.